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El presidente electo Jair Bolsonaro aun no asume la presidencia, pero ya toma acciones sin juegos frente al conglomerado ambientalista indigenista internacional, incansable en su empeño de limitar la soberanía del país en la rica región amazónica.
Así el pasado 28 de noviembre presidente canceló la candidatura de Brasil para ser el país sede de la edición 2019 de la Conferencia del Clima de Naciones Unidas (CO25). Este será los dos grandes eventos de los cuales el cabildo internacional de los supuestos defensores del medio ambiente, piensa sacar jugo para imponer un consenso a favor de su programa maltusiano de cero crecimiento.
El presidente electo Jair Bolsonaro declaró: “Yo participe de esta decisión. Le recomendé a nuestro futuro ministro de Relaciones Exteriores (Ernesto Araújo) que evitara la realización de aquel evento aquí en Brasil”. Y argumentó que además de ser un evento caro, existe interés internacional ajeno al país, haciendo referencia a la existencia del Corredor Triple A, proyectado por la ONG colombiana Fundación Gaia, endosado por el gobierno de Colombia en 2015, y ampliamente fomentado por Noruega.
“Esta en juego la Triple A. ¿Qué es la Triple A? Es una enorme franja que va de los Andes a la Amazonia y al Atlántico, 136 millones de hectáreas…Lo que podría causar que perdamos nuestra soberanía en esa area.
“Quiero dejar bien claro como futuro presidente que, si eso fuera el contrapeso, nosotros con toda certeza, tendremos una posición que puede contrariar a mucha gente, pero va a estar de acuerdo con nuestro pensamiento nacional. Entones no quiere anunciar una posible ruptura dentro de Brasil, además de los costes (por la realización de la COP) que son exagerados, teniendo en cuenta el déficit que ya tenemos en el momento”.
Jair Bolsonaro agregó, “Una política ambiental no puede obstaculizar el desarrollo de Brasil. Hoy la economía está mejor por el agronegocio, y este sector está sofocado por cuestionamientos ambientales”.
A pesar de que tal corredor de preservación ambiental no esté directamente vinculado a las discusiones de los cambios climático, caben destacar dos hechos. Primero, cuando el Triple A fue lanzado, el entonces presidente de Colombia Juan Manuel Santos, tenía la intención de presentarlo como un triunfo de su país en la Conferencia Cop-21 en Paris, en diciembre de 2015, tentativa frustrada porque el área abarcada por el corredor pertenece a territorio brasileño y en Brasil la oposición ha sido consistente, sobre todo de las Fuerzas Armadas.
El segundo es que el próximo año el otro evento de gran repercusión internacional entre la máquina que pregona el programa ambientalista, será el Sínodo de Obispos sobre la Pan Amazonía a celebrarse en octubre de 2019. Convocado por el Vaticano, el evento, hasta ahora, ha sido de hecho arrebatado por la teología de la liberación sobre todo su rama brasileña, convertida en pieza del engranaje del ambientalismo-indigenismo mundial. Y resulta que algunos de los cerebros incrustados en las deliberaciones previas a la realización del Sínodo si tienen en sus proyectos el Corredor Triple A.
En nuestras publicaciones hemos documentado el alcance y los principales mentores del corredor, en los que destaca el gobierno de Noruega. Tal país es el principal financiador del Fundo Amazonia, creado en 2008 para financiar proyectos de conservación ambiental en la región (la gran mayoría destinados a las ONG, Noruega es uno de los principales apoyos del establecimiento del Corredor AAA (Andes-Amazonas-Atlántico).
El proyecto del corredor contempla la creación de una vasta zona intercomunicada de unidades de conservación y de tierras indígenas protegidas, que abarcará territorio de todos los países de la cuenca del Amazonas. Su mentor es el antropólogo colombiano-estadounidense Martin von Hildebrand, fundador de la organización no gubernamental Fundación Gaia Amazonas, que logró “vender” esa idea demente al gobierno del entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos, en 2015. La propuesta fue respaldada después por el gobierno noruego, durante la visita del primer ministro Solberg a Colombia, en abril de 2017.
General Villas Bôas: “Noruega no tiene autoridad moral para recriminar a Brasil”
El comandante del Ejército brasileño, general Eduardo Villas Bôas, endosó la condena del futuro jefe de la Casa Civil del gobierno de Jair Bolsonaro, el diputado federal Onyx Lorenzoni, a los financiamientos de Noruega a Brasil y a los condicionamientos impuestos por el país escandinavo para proyectos ambientales en territorio brasileño definidos según los intereses del país europeo.
En una entrevista colectiva en Porto Alegre, dada el 14 de noviembre, Villas Bôas resaltó que Noruega no tiene “autoridad moral” para criticar a Brasil ni para interferir en los asuntos internos del país.
“Noruega donó mil millones de dólares al fondo amazónico (Fundo Amazonia –n.e.) y, por haber entregado ese dinero, se sienten con derecho a interferir en asuntos internos de Brasil. Esa Noruega, cuya Primer ministro se sintió con autoridad para regañar al presidente Temer, es la misma Noruega que extrae petróleo del Ártico. Entonces, el país que tiene más de 70 por ciento de sus bosques originales conservadas no puede aceptar una recriminación. Noruega, país que tiene 0.3 por ciento de sus bosques preservados, no tiene autoridad moral para recriminar a Brasil ni para interferir en asuntos internos nuestros (Radio Gaucha, 14/11/2018).
En una audiencia realizada por la Comisión de Relaciones exteriores y de la Defensa nacional del Senado, en julio de 2015, el general alertó de las amenazas externas que existen en la región Amazónica debido a lo que calificó de un “déficit de soberanía” en la región.
El general Villas Bôas también criticó la demarcación de reservas ambientales y de tierras indígenas en la cuenca del Amazonas, las cuales juzga una sumisión del país a las presiones internacional motivadas por intereses turbios, con los que se ha creado un “déficit de soberanía” que hasta la fecha la diplomacia brasileña no ha intentado resolver.
“Los países centrales decidieron convertir a las ONG en sus instrumentos, en esos argumentos ambientalistas e indigenistas, principalmente, con lo que ejercen una presión internacional muy grande. Nuestra política exterior fue muy sumisa al respecto. Siempre aceptamos las presiones, y nosotros creamos el déficit de soberanía de la cuenca del Amazonas. El día de hoy, prácticamente el 40 por ciento de esa cuenca está tomada, fue remarcada como tierra indígena o como unidad de conservación. Esas tierras están sobrepuestas a grandes yacimientos de minerales. ¿Qué estrategia siguen? Esos países, como no pueden explotar esas zonas, las congelan, por así decirlo”.
Por tanto, indicó, la solución para la conservación de la cuenca del Amazonas debe contemplar el desarrollo de la región.
“Tenemos que conservar la cuenca del Amazonas, tener sentido de la responsabilidad ante el mundo, ante las generaciones futuras. Pero el camino para conservar la región amazónica ha sido incorrecto, se funda en la prohibición. No se ofrecen opciones para la población y, sin opciones, la población va a vivir de la naturaleza, va a derribar árboles para criar ganado, para plantar soya. Cada vez que se impide la construcción de una planta hidroeléctrica, de una línea de trasmisión, de obras de infraestructura, se está impidiendo que la población tenga oportunidad de progresar. El camino para la conservación de la cuenca del Amazonas es el progreso”, aseguro con vehemencia
No es la primera vez que el comandante del ejército manifiesta su disconformidad con la injerencia externa en la política ambiental e indigenista del país. En febrero pasado, durante el seminario Brasil: ¡Imperativo Renacer! promovido por la Editorial Insight en Río de Janeiro, señaló a Noruega como ejemplo de esa interferencia, la que consideró un “un imperialismo de finales del siglo XX, de principios del siglo XXI.” En esa ocasión, además de mencionar el regaño de la Primer ministro noruega, Erna Solberg, al presidente Temer en su visita a Oslo de junio de 2017, recordó la insólita visita no anunciada del rey Harald V a tierra indígena yanomami en abril de 2013, que causó enorme malestar al gobierno brasileño.
“Voy a contar un episodio pintoresco, yo era comandante militar de la cuenca del Amazonas y tenía que realizar una operación secreta. Me llama muy alterado un comandante del Batallón de la Selva de Barcelos para decirme que estaba en la aldea Demini y que allí encontró al rey de Noruega. Le dije, “Ah, coronel ¿tiene algún problema? –todavía bromee con él “¿De cuál fumó, cómo que el rey de Noruega está en la aldea Demini, zona yanomami?” “General, el rey de Noruega está aquí.”
“Me dirigí al ministro, en aquel entonces era Celso Amorim, ministro de la Defensa, él cuestionó a Itamaraty (ministerio de Relaciones Exteriores). La visita, en realidad, era un acuerdo sigiloso del Ministerio de Justicia, de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), de la burocracia de Itamaraty, y el rey de Noruega estaba en la zona yanomami!!!!. Entonces, nuestra paciencia… (Conjur, 28/01/2018).